Los 3 demonios de la comunicación son algunas de estas cosas que hacemos a la hora de comunicar que en lugar de beneficiarnos, nos sabotean. Todos nos comunicamos desde que nacemos. Hemos encontrado a lo largo de la historia formas para poder expresarnos, transmitir nuestras necesidades, nuestras emociones, nuestras ideas, etc. La comunicación es parte de nuestras vidas y, sin embargo, no siempre sabemos utilizarla de una manera eficiente; en la que realmente obtengamos lo que estamos buscando y logremos un bien común.
Lo vemos todos los días: nos comunicamos con nuestras parejas, familia, amigos, en el trabajo e incluso con desconocidos. ¿Pero cuántas de estas interacciones nos dejan sintiendo que logramos nuestro objetivo? ¿Cuántas nos hacen sentir satisfechos y provocan bienestar en ambas partes? La realidad es que muchas veces vamos comunicándonos sin pensar en el propósito; simplemente reaccionando y escuchando para responder y para defendernos en lugar de intentar entender al otro o a nosotros mismos.
Nuestros patrones y creencias limitantes juegan un gran papel a la hora de comunicarnos precisamente porque gran parte de nuestra comunicación es una reacción para defendernos. Por ejemplo, estás en el trabajo y te llama tu jefe para decirte que encontró errores en el reporte que elaboraste. ¿Cuál es tu reacción? Es común que vayas a intentar defenderte, y aquí es donde muchas veces entran lo que en Moudus llamamos “los 3 demonios de la comunicación”:
Los 3 demonios:
- Puede que busques culpar a otros: Culpar a otros nos hace sentir como que nos quitamos un peso de encima. Porque si la culpa no fue mía, el castigo va para alguien más y yo me puedo lavar las manos.
- Tal vez intentar justificar lo que pasó: Encontrar una explicación que respalde lo sucedido, como por ejemplo “Es que ese día estaba muy cansado por la carga de trabajo”. Eso te puede hacer sentir mejor en el momento porque estás evitando la verdadera razón por la que cometiste el error (estaba distraído) o lo que para ti significa equivocarte (no soy suficiente).
- O a lo mejor optas por quejarte: “Es que no se vale, me equivoco una vez y no ven todo el esfuerzo que hago”, etc. El quejarnos puede ser catártico y sirve para desahogarnos, pero también es una forma de sufrir y no ver soluciones.
¿Pero qué tienen estas tres cosas en común y por qué les llamamos demonios?
Estas 3 formas de comunicarnos NOS QUITAN PODER. Al culpar a otros, justificar tus acciones o quejarte, lo que estás haciendo es evadir tu responsabilidad, y cuando tú no eres responsable de algo, entonces tampoco tienes el poder de cambiarlo o arreglarlo. Al usar los tres demonios no estamos buscando una solución para el problema, nos estamos intentando defender.
¿Cómo puedo empezar a evitar los 3 demonios?
- Recuerda que tus acciones y decisiones son las que te han llevado a donde estas. Si algo no te tiene satisfecho, piensa qué puedes hacer para cambiarlo. Quejarte no va a cambiar nada.
- Asume tus errores y sus consecuencias. El simple hecho de decir “Perdón, me equivoqué” y proponer una solución, va a ser mucho más valioso que tratar de evadirlo.
- Recuerda, ¡equivocarse es humano! Todos nos equivocamos y tomar estos errores como oportunidades para aprender, te llevará mucho más lejos.
- Hazte consciente de tus reacciones y los patrones detrás de ellas. El quererte defender habla de un miedo detrás. ¿Cuál es este miedo? ¿Qué tan real es?
- Por último, pregúntate: ¿Culpar a otros, justificar mis acciones y quejarme me ha servido anteriormente? ¿Se siente bien cuando lo hago?
Así que ya sabes. Empieza a observarte y a darte cuenta cuándo estás usando estos 3 demonios. ¡No te juzgues! Todos lo hacemos en algún momento. Sin embargo, empezar a verlo y a cambiarlo nos llevará a crecer, a tomar responsabilidad, a tener una comunicación mas consciente y por lo tanto, mejores relaciones.