Las reacciones emocionales son determinantes en nuestro día a día. Estarás pensando que tal vez tú no eres una persona reactiva y que tienes un gran control en la manera en la que respondes a las diferentes situaciones diarias; sin embargo, absolutamente todos los seres humanos reaccionamos.
Nuestras reacciones emocionales pueden ser variadas, pero son la manera en la que nuestro cerebro responde a escenarios en los que se siente amenazado e interpreta como potencialmente peligrosas para nosotros. Por ejemplo, no llegar a las metas de ventas, no entregar un reporte a tiempo, no terminar con los pendientes, etc.
Estas amenazas pueden ser reales o no, pero nuestro cerebro no distingue la diferencia y de igual forma se va a querer defender; ya sea luchando, huyendo de la situación o simplemente congelándose y no tomando acción. De manera racional, sabemos que estas situaciones no atentan contra nuestra supervivencia, y que reaccionar de una forma violenta, impulsiva o inactiva nos puede meter en un mayor problema.
La forma en la que reaccionamos en nuestro día a día, puede transformar las situaciones en positivas o en negativas y convertir un día bueno en uno malo y viceversa.
¿De dónde vienen nuestras reacciones emocionales?
En publicaciones anteriores de nuestro newsletter, hemos hablado sobre los 3 cerebros: reptiliano, límbico y neocorteza. Estos cerebros van de acuerdo a cómo fuimos evolucionando; el cerebro reptiliano -el primero que se formó- regula nuestras reacciones al intentar protegernos de lo que percibe como amenazas.
Lo más sorprendente de esto, es que no necesariamente tiene que ser una amenaza en contra de nuestra vida, sino lo que nuestro cerebro interpreta; puede ser de acuerdo a lo aprendido en nuestra infancia, a nuestras experiencias y de la percepción que tenemos de las cosas que suceden en la vida, cada quien reacciona de diferente manera y a diferentes estímulos. Estas reacciones generalmente vienen de nuestro inconsciente y están relacionadas con nuestros miedos.
La buena noticia, es que nunca es tarde para identificar estos patrones y adquirir las herramientas para modificarlo y alcanzar un mayor grado de consciencia.
Todos tenemos emociones durante el día, las cuales pueden estar variando o incluso podemos estar teniendo dos o más emociones a la vez. El primer paso para aprender a gestionarlas es identificarlas, ponerles nombre (tenemos más de 200 emociones) y aprender a sentirlas. Al hacer todo esto, y tenerlas más conscientes, podemos escoger nuestras conductas y no ser esclavos de nuestras reacciones, siempre hay opciones.
Recuerda que nuestras emociones no están separadas de nosotros y no las podemos meter en un cajón mientras vamos al trabajo; si éstas no son bien manejadas, pueden hacernos reaccionar de forma desfavorable o tomar decisiones que no nos lleven a aquello que queremos lograr.
¿Cómo afectan mis reacciones emociones en el trabajo?
Puede ser que consideres que no reaccionas mal en el trabajo ya que no gritas ni tienes una mala actitud, pero nuestras emociones se pueden ver reflejadas de diferentes formas:
- Impuntualidad
- Procrastinación
- Ansiedad y depresión
- Burnout
- Desmotivación
- Reactividad
Es importante que cuando se presenten este tipo de síntomas, te tomes una pausa para identificar qué es lo que te está pasando, qué estás sintiendo y de dónde provienen esas emociones.
Por otro lado, cuando las emociones que estamos sintiendo son positivas, lo verás reflejado en que sentirás que todo fluye de mejor manera; te sentirás más productivo, más creativo y recibirás mayor reconocimiento y motivación.
La realidad es que nunca estamos en un total extremo y tenemos que darnos cuenta que todas las emociones son válidas, sin etiquetarlas como “buenas” y “malas”. Lo ideal es encontrar un balance para poder mantenernos en un nivel óptimo en donde nos sintamos bien y equilibrados. Con una plena consciencia de nuestras reacciones y de lo que éstas nos significan. Lograr esto, nos permite ser nosotros quien controle nuestras reacciones y no visceversa.