Por mucho tiempo consideré que tenía bastante “autoconocimiento”, siempre fui una persona muy analítica, o lo que alguna vez una amiga de la familia llamó “prudente”. Creía que tenía control absoluto de mis reacciones, que podía separar perfectamente mi vida “laboral” de mi vida “personal” y es de esperarse, pues así es como nos enseñan al crecer. Hemos sido educados en esta idea de “separar”, en la que todos los problemas pueden quedarse en casa y únicamente hay que llevar a la escuela o al trabajo a la versión productiva de ti mismo.
Mi verdadero camino al autoconocimiento empezó hace 2 años, cuando después de tomar una formación de yoga que cambió mi vida, decidí dejar mi trabajo de casi 3 años y medio, el tipo de trabajo del que tus papás se sienten orgullosos, en una empresa de renombre, con una buena paga, un gran crecimiento, personas sumamente inteligentes y con un sinfín de retos y aprendizajes. A pesar de que fue una gran escuela, algo en mi interior sabía que ese no era el camino y el lugar donde quería seguir creciendo, o al menos no en el aspecto en el que necesitaba crecer en ese momento.
A los pocos meses comencé a trabajar en Moudus y conforme pasaba el tiempo empecé a entender e introducirme en conceptos de neurociencia que jamás había escuchado. ¿Cómo era posible que yo, siendo una persona tan analítica, realmente estuviera actuando y tomando decisiones conforme a mis hábitos y mis patrones. Incluso hoy por hoy sé que si hubiera elegido quedarme en ese trabajo, realmente hubiera significado seguir alimentando ese patrón que tanto me enfoco en cambiar hoy en día.
Pocas personas realmente entienden el efecto que tiene nuestro cableado cerebral, nuestros patrones y hábitos, formados desde la infancia, en nuestra forma de actuar, de reaccionar ante ciertas situaciones o comentarios y de desenvolvernos en la vida. Todo esto, evidentemente, lo llevamos a nuestros trabajos, pues somos UNA persona, no hay cajones para “separar” a nuestro yo personal y a nuestro yo laboral. No te sorprendas cuando te des cuenta que ese pendiente al final de tu lista, ese correo que nunca mandas, esa persona con la que te cuesta trabajo interactuar o ese reporte que por más que quieres nunca empiezas, se encuentra totalmente relacionado a tú cableado y los patrones que sigues.
El volverte consciente de esto no es fácil y no es arte de magia. Requiere de:
1) Reconocer. Aprender a reconocer cuando te estás dejando llevar por un patrón.
2) Querer hacer un cambio. Suena fácil pero en la realidad cambiar puede resultar incómodo.
3) Hacerlo. Esto, en lo personal, es lo que más trabajo me cuesta y lo que veo que más les cuesta en las empresas.
4) Repetirlo. Repetirlo una y otra vez hasta que realmente integres en ti un cambio de conducta, un nuevo y mejor hábito.
El día en que comienzas a hacer esto creas un nuevo súper poder en ti, ya no te detienes ante nada, desarrollas una capacidad de leer y empatizar con las personas, realmente te conviertes en alguien resiliente, capaz de superar cualquier obstáculo y levantarse de cualquier crisis, te vuelves más TÚ que nunca.
Para mí esto se ha convertido en un trabajo y crecimiento constante, reconocer todos los días cuando me estoy dejando llevar por mi patrón, detenerme y cambiar mis acciones. Como les dije, no es fácil, pero vale la pena hacerlo pues los resultados, el potencial y la felicidad que me da es impresionante, me permite sentirme en unión e integridad y ser simplemente MI AUTÉNTICO YO.
By: Sofía Cedillo